miércoles, 24 de abril de 2013

Escapar del horror

Claudio Tamburrini es protagonista de una historia triste y aterradora, entre tantas miles que ocurrieron durante la última dictadura militar. Antes de ser apresado por el grupo de tareas que lo mantuvo 120 días en cautiverio en la Mansión Seré, este joven repartía sus horas entre el fútbol, ya que era arquero del club Almagro, y la filosofía, carrera que cursaba en la Universidad de Buenos Aires. Atrás quedaron sus cotidianas costumbres cuando el 23 de noviembre de 1977 comenzó para él, y para cualquier que haya estado en su lugar, el peor de los tormentos.

Casi a la perfección y desde una mirada inundada de suspenso, Israel Adrián Caetano retrata en su film Crónica de una fuga la pesadilla del arquero y su exitoso escape con una crudeza y un realismo propio del director uruguayo, al estilo de Pizza, birra y faso y Un oso rojo en la pantalla grande, o de Tumberos en la televisión.

Encarnando al propio Tamburrini, Rodrigo de la Serna logra transmitir el dolor en cada una de sus facciones, la angustia en la mirada y la bronca en sus palabras. Es difícil, quizás, imaginarse a otro en su lugar. “Habiendo leído el Nunca Más, habiendo nacido en 1976, siendo amigo de hijos de desaparecidos, conociendo la intimidad, la historia más reciente y más nefasta que nos tocó vivir, las escenas fueron muy duras, muy difíciles, muy dramáticas, dolorosas, realmente espantosas”, explica emotivamente quien ha sabido ponerse en la piel, además, del General San Martín y Alberto Granado, compañero fiel de Ernesto ‘Che’ Guevara. Al mismo tiempo, asegura: “Igualmente, se trabajó muy bien. Todo ese dolor que teníamos que transitar en las escenas era diseminado automáticamente por la buena onda del set. Además, Caetano es uno de los mejores directores de la época. La experiencia fue muy buena”.

Otro gran logro de esta película es el papel de Nazareno Casero en la carne del sobreviviente Guillermo Fernández, el más revoltoso y aniñado de los detenidos. En este punto, su personaje conmueve, en más de una ocasión, hasta las lágrimas. Por otro lado, la elección de Pablo Echarri como el torturador apodado Huguito, sorprende pero cumple el efecto deseado. Causa repulsión, asco, impotencia y dolor, mucho dolor.

Algunas escenas son fuertes y detallan a la perfección el sufrimiento de las víctimas, sus lamentos, incluso sus convicciones. La escenografía es correcta y representa lo que uno imagina de esos lugares oscuros, vacíos, colmados por los gritos de los que piden basta. El guión es preciso, al principio parece no encontrar del todo el hilo pero luego sumerge al espectador en un drama que apasiona pero que, al mismo tiempo, despierta tristeza.

Crónica de una fuga es uno de los tantos largometrajes que existen sobre aquel sangriento episodio de nuestra Argentina, aunque aborda una historia distinta, novedosa, que huye de lo convencional.

Tamburrini logró, como algunos otros, escapar de un centro clandestino. Eligió vivir para contarlo y contarlo para seguir sintiéndose vivo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario