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¿Cuál fue tu motivación para investigar el
envío de presos políticos al sur del país y el posterior fusilamiento de 19 de
ellos en la ciudad de Trelew en 1972?
En
principio hay dos razones importantes: una tuvo que ver con el hecho de que
Trelew simbolizó, de alguna manera, el fin de un proceso en el alza de la lucha
popular. La otra con el inicio de lo que después se iba a generalizar como una
represión sistemática en todo el país con los hechos ocurridos el 20 de junio
en Ezeiza, la Triple A y luego, con la dictadura militar.
Trelew simbolizaba ese comienzo, esa decisión
de las Fuerzas Armadas que estaban vinculadas con un Estado represivo que se
gestaba y sistematizaba a partir de los cientos de presos políticos que había
en Argentina.
En una entrevista para la Fundación Mujeres
Audiovisual de Colombia mencionás a la Masacre de Trelew como el origen de la figura del
desaparecido.
Trelew fue un
modelo para unas Fuerzas Armadas en un intento represivo de poner coto y aleccionar
a una sociedad que estaba movilizada y que de alguna manera visibilizaba a las
organizaciones armadas como una forma de volver a la democracia. Por esa razón,
en la medida en la que los fusilados de Trelew se transformaron en figuras
heroicas y también por la cantidad de presos políticos que generaban una
movilización permanente alrededor de las cárceles – una cuestión importante en
la agenda nacional-, creo que hubo un aprendizaje por parte del aparato
represor . La figura del desaparecido genera terror, porque no existe un
detenido o un asesinado, una situación muy distinta a la figura del preso político,
del masacrado; que promueven una resistencia, una demanda, una movilización…
Además, Trelew me permitió hablar de otras
cuestiones que tienen que ver con la propia agencia de los militantes políticos
de esa época, sus decisiones, los proyectos y el compromiso de una generación
que como declararon ellos mismos en el aeropuerto, estaban luchando por la
revolución socialista. La dictadura entendió ese denominador común.
¿Con que historias particulares te encontraste
durante la recopilación de testimonios en Trelew?
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imagen: www.diariopublicable.com |
En
principio me encuentro con una situación que no esperaba: mucho temor, una
situación de silencio, la dificultad de la gente para aceptar ponerse frente a
una cámara. Lo que encontré, una vez
que obtuve los testimonios, es el compromiso intenso que había en esos años con
los presos del penal de Rawson. La dictadura pensaba que al enviar detenidos a los
penales más lejanos como los de Rawson o Chaco impediría la existencia de comisiones
de solidaridad, creían que iban a ensombrecer la demanda por esos presos
políticos, pero en Rawson sucede lo opuesto: la gente del lugar empezó a contagiarse
de ésto, a participar como apoderados de los presos. Se contactaron desde
lugares bien políticos.
¿Qué testimonios te resultaron más impactantes?
Entre los
testimonios que más me impactaron se encuentra el de Jorge Lewinger – el
encargado de dar el aviso para que se acercaran los camiones al penal, quien
malinterpretó la situación y envió una señal fallida -. Fue una entrevista de
enorme humanidad, que va más allá de los hechos y dimensiona el aspecto humano
de esta generación.
El reportaje a Miguel Marileo, empleado de
la funeraria local -que vio los cuerpos de los fusilados-, nos dio los datos
que necesitábamos porque en ese momento la película se configuraba como un
documental de denuncia. Su testimonio era fundamental para revertir la versión
oficial, tenía una contundencia impactante.
¿A partir de que motivaciones te avocás a
contar historias que no son tratadas en profundidad por la historia oficial
como “Los presos de Bragado”?
A lo mejor
tiene que ver con mi profesión de antropóloga, con buscar debajo de lo visible
y contar lo que no está contado. Me parece que
mi interés por la historia social, la historia del pueblo y de los
trabajadores se relaciona un poco con mi identidad y con la historia de mi familia. Mi papá era obrero
de la construcción, fue militante gremial en la UOCRA de Bahía Blanca y
militante del Partido Comunista; yo crecí con una cantidad de cosas que se
vinculan con poner el interés en eso.
¿Vinculás la muerte de tu padre a una cuestión
política?
Yo no tengo
una certeza en el sentido de que no tengo ninguna documentación que lo avale,
pero mi papá fue asesinado en septiembre de 1973; lo encontraron en las vías de
carga de la estación de tren de Avellaneda. Él fue un militante muy destacado
en Bahía Blanca y tengo el dato de que cuando vino a vivir a Buenos Aires se relacionó
con algún sector del peronismo, seguramente de izquierda.
Septiembre del 73 fue una época en la que se
tomaron decisiones (políticas) fundamentales. Asesinaron a José Ignacio Rucci, había
enfrentamientos entre bandas sindicales y atentados a dirigentes obreros, había
una fuerte disputa entre el peronismo de derecha y de izquierda…